martes, 21 de noviembre de 2017

ISTMO DE CURLANDIA, EL SAHARA DE LITUANIA

Klaipeda es la puerta de entrada al Istmo de Curlandia. Debemos de coger el ferry cuyo precio es 11.85 € por coche. Una vez se llega al istmo hay que pagar una tasa ya que se entra en el parque nacional. Esta tasa es de 20 €, a mi entender, excesiva.


La longitud total del istmo es de 98 km de los cuales, 52 km pertenecen a Lituania y el resto forma parte de Rusia. La anchura va de los 400 metros hasta los 3.800 metros separando la laguna de Curlandia del mar Báltico.

El istmo, según la leyenda, se dice que fue creado por la giganta marina Neringa transportando en su delantal arena que colocó para crear un puerto protegido para los pescadores locales.
Lo cierto es que el istmo fue creado hace miles de años, cuando el viento y las olas del mar Báltico empezaron a acumular arena en las aguas poco profundas cercanas a la costa.
La masiva deforestación durante el s. XVI provocó el inicio de los movimientos de la arena empujada por los vientos. El estado desértico de la zona hizo que se le llamara el "Sáhara Lituano".
El paisaje actual del istmo fue realizado por los residentes de la zona en su contienda contra el viento, que empujaba la arena hacia los asentamientos y pueblos de pescadores. Durante el siglo XIX el gobierno prusiano lanzó una reforestación muy importante en un intento de frenar el avance de las dunas. Debido a esta unión entre naturaleza y hombre en la configuración del paisaje, el istmo de Curlandia fue declarado parque nacional y fue incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2.000


La única carretera del istmo desciende hacia el sur atravesando un paisaje totalmente boscoso de altos pinos.
La primera parada la hacemos en el pueblo de Juodkrante. Un pequeño y tranquilo pueblo costero. Su paseo marítimo está salpicado de esculturas contemporáneas de piedra y metal creadas durante un simposio internacional llamado "Tierra y agua".
 
El centro del pueblo esta formado por bonitas casas de madera de distintos colores.
  
Después de dar una vuelta por el pintoresco pueblo, nos dirigimos a la colina de las Brujas
 
Un pequeño sendero serpentea a través de esta colina en la que se encuentran un buen número de esculturas talladas en madera representando brujas, demonios y otros seres fantásticos del folclore lituano. No es que el lugar sea espectacular, pero si que es curioso.
  
El Parque Nacional del Istmo de Curlandia tiene zonas estrictamente protegidas cuyo acceso está prohibido. Otras zonas son de acceso restringido y otras son de libre acceso. En todo caso, la fragilidad del istmo, requiere de una normativa muy estricta que hay que acatar sin rechistar: 

-Está prohibido corretear por las dunas, recoger flores o salirse de los senderos señalizados.

-Está prohibido hacer camping.
-Está prohibido encender hogueras.
-Está prohibido tocar los nidos de las aves. La mayor colonia de garzas grises y cormoranes de Lituania se encuentran al sur de Juodkranté. 
-No está permitido bañarse en la laguna ya que está contaminada.

No es posible el baño en la laguna pero no hay ningún problema en hacerlo en las frías aguas del Mar Báltico. Para llegar a las playas hay que atravesar el bosque de pinos siguiendo la pasarela instalada en el suelo.

 
Solitarias playas se extienden a lo largo del istmo. El silencio es interrumpido por el suave oleaje del mar y el entorno es muy relajante.
 
Nida es la población más grande de la parte lituana del Istmo de Curlandia. Inspirados por la belleza del lugar, a finales del s. XIX muchos artistas prusianos se instalaron aquí. La población poco a poco fue creciendo debido al turismo y, el pequeño pueblo de pescadores, fue transformándose en un centro turístico en donde personajes famosos, como el escritor alemán Thomas Mann o el filósofo francés Paul Sartre y su compañera Simone De Beauvoir,  pasaban sus días de veraneo  en este envidiable entorno natural.
 

Lo más interesante de Nida es la duna Parnidis. Esta duna se eleva hasta 52 metros por encima del nivel del mar.  Desde la plataforma de observación, situada en la cima de la duna, hay unas buenas vistas de todo el entorno.
 
Estas dunas son móviles. Los científicos estiman que cada persona que asciende o desciende por las empinadas laderas de las dunas, mueve varias toneladas de arena, por lo que a los visitantes solo nos es permitido subir por los senderos señalados.
En la cima de la duna hay un reloj de sol realizado en granito. El pilar de 13,8 metros de alto, pesa 36 toneladas. 
 
Justo al lado, hay pequeñas losas, también de granito que representan las horas y unas muescas que representan las medias horas. Los meses están representados con escalones y hay cuatro ranuras adicionales para los solsticios y equinócios.

Nida es el final de la zona lituana. Estamos a poca distancia de la zona rusa, de Kaliningrado y que también nos hubiera gustado ver pero, los visados eran muy caros y creímos que no merecía la pena para estar poco tiempo. 

Hay que dar la vuelta para volver a coger el ferry. Por suerte la vuelta no hay que volver a pagar. Tenemos que hacer cola y esperar. Una vez ha llegado el barco, todos a dentro.
 
La visita del Istmo de Curlandia no es que sea imprescindible pero si que es atractiva. En verano, entre el ferry y la tasa de entrada, no sale nada barato pero, nos ha gustado la excursión.

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