viernes, 7 de abril de 2017

VARANASI, LA CIUDAD DEL FUEGO PERPETUO

Varanasi es una de las 7 ciudades sagradas de la India. Es el principal centro de peregrinación para los hinduistas y es un lugar dónde todo hindú debería ir al menos una vez en la vida en peregrinación.
La ciudad es santa por partida doble ya que, según la mitología hinduista, una de las cuatro cabezas del dios Brahmá descansa en esta ciudad y, además, la mano izquierda de Satí (esposa del dios Shiva, que se suicidó prendiéndose fuego) cayó en esta ciudad.
La ciudad será santa pero también es caótica. Nos dirigimos hacia los ghats, el principal atractivo de la ciudad que los turistas buscamos.
  
Para llegar hasta allí hay que entrar por las estrechas callejuelas y sortear vacas, personas, peregrinos que vienen en tropel, motocicletas...y, además, mirar donde pisas porque la basura y las cacas de las vacas son una constante en el suelo.
 




Los ghats son las escalinatas de piedra que descienden hacia el Ganges.  Hay unos 90 ghats que se suceden, sin interrupción, en la ribera del Ganges. Estas escaleras son el corazón de la ciudad, el lugar donde la vida y la muerte convergen y, donde el río Ganges, ocupa el lugar de honor.

Varanasi es el lugar donde todo hindú quiere exhalar su último aliento, ser incinerado y  que las cenizas caigan en los brazos del río sagrado. Morir en Varanasi significa romper el ciclo de las reencarnaciones, liberar el alma y alcanzar el Nirvana, la paz interior, la felicidad suprema.
A lo largo de la ribera hay casas de acogida para los enfermos, desahuciados y ancianos donde son acogidos en espera de que les llegue la muerte, una muerte aceptada con total naturalidad.
El Manikarnika Ghat es el principal ghat crematorio. Puede recibir al día hasta 200 difuntos. Funciona siempre, se trabaja día y noche y los dom, una subclase de los intocables, son los encargados de que todo el ritual mortuorio funcione correctamente.

Los familiares trasladan el difunto al ghat en una camilla, envuelto en una túnica naranja y cubierto de flores. Las mujeres no asisten a la ceremonia. La muerte es motivo de alegría y las mujeres son lloronas y sensibles, los lloros impedirían que el  viaje del alma no fuese completo. Otra razón por la que se les impide asistir es la siguiente: antaño, cuando moría el marido, la mujer se arrojaba a la pira funeraria, en otras ocasiones era empujada por la familia del marido para evitar su manutención. Para evitar tentaciones, mejor no asistir.
Una vez en el ghat, se sumerge al difunto en el agua para su purificación y después se deposita sobre la "cama" de leña.

Como en todo el mundo, morir es caro y Varanasi no es una excepción. La compra de leña es un auténtico negocio y hay que negociar bien, tanto el tipo de madera como la cantidad, ajustándola siempre. Normalmente son necesarios entre 200 y 350 quilos de madera para la cremación y, dependiendo del tipo de madera hay que pagar más o menos. La madera de sándalo es la más cara. En el otro extremo se encuentran las boñigas (excrementos de búfalo desecado y con forma de torta) que es lo más barato. También hay un término medio como  es la madera mezclada.
La cantidad de leña que hay en los alrededores del ghat es impresionante.
 
Perfectamente organizada en cuando a tamaño y forma.

También hay la posibilidad de realizar la cremación en un incinerador eléctrico aunque no es lo habitual. La madera se ajusta tanto que muchas veces la incineración no es completa. Todos los restos van a parar al río para regocijo de peces, buitres, perros....Los más pobres, los que no se pueden costear la cremación, son lanzados directamente al río con un peso para que no floten aunque las cuerdas acaban pudriéndose y no es difícil ver los restos flotando

Hay excepciones a la cremación:
-Las mujeres embarazadas.
-Los niños.
-Los que han muerto por picadura de serpiente.
-Los leprosos.
-Los sahus (hombres santos).

Normalmente, el hijo mayor enciende la pira y se espera unas tres horas que es el tiempo que tarda en completarse el proceso. Al acabar, todo es lanzado al río.
No se pueden hacer fotografías por respeto. Aunque, claro, parece que el respeto no importa demasiado si pagas una enorme suma de dinero al responsable del ghat. 
Mientras, los niños chapotean en el agua para encontrar algún objeto de valor entre los restos de ropa, flores, cenizas...y, los perros y cabras, olisquean a su alrededor. Toda la estampa casi roza el surrealismo.
Es curioso, pero pensaba que toda la zona olería mal, pero no es así. 

Los hombres, al cabo de unos días del fallecimiento, han de raparse la cabeza dejando sólo un mechón de pelo y vestir de blanco en señal de duelo. Las mujeres han de lavarse el pelo.
 



El Ganges es uno de los ríos más contaminados del planeta. Todo va a parar a sus aguas: cenizas, cuerpos humanos y animales, basura y excrementos. Su color lo dice todo. Esto no impide que la muerte de paso a la vida y la gente se sumerge en sus aguas para purificar sus pecados, lavar su ropa e incluso beber de sus aguas. Muchos van con un bidón para llenarlo de agua. Se dice que están inmunizados aunque yo no me lo acabo de creer. El agua, de un color marrón chocolate, casi se puede cortar con un cuchillo de lo espesa que se ve.
   
Continuamos nuestro paseo visitando otros ghats en los que, aparte de las incineraciones, lo que podemos ver es siempre lo mismo: cantidad de gente haciendo sus purificaciones en el río sagrado.
  
El río, debido a los monzones, está muy crecido y los paseos en barca no se pueden hacer.

La tarde se ha pasado volando. Volvemos a los callejones estrechos de la ciudad en dónde es muy fácil perderse. Los mapas, en Varanasi, no sirven de nada. Estamos buscando el templo de Vishwanath pero, visto que hay una cola enorme para entrar, hay que quitarse los zapatos y el suelo, con decir sucio, me quedo corta, hay que dejar todas las pertenencias y tampoco es seguro que nos dejen entrar ya que, en principio es sólo para hindúes yo, me lo pienso rápido y le digo a Cesc que si quiere entrar, lo espero fuera. Su respuesta también ha sido rápida, yo tampoco entro.

Si algo no le falta a Varanasi son templos. En todas las calles pueden encontrarse pequeños templos en los cuales los fieles hacen sus rituales.
 
Otos templos se abren al Ganges.

Nos perdemos entre las callejuelas y salimos otra vez a los ghats.
   
 
Mientras unos venden lo que pueden, otros se encuentran en mitad de la calle, sentados pidiendo limosna.
   
Las vacas aprovechan los desperdicios para alimentarse. Aquí todo se aprovecha.

Damos una última vuelta por las calles de la ciudad antes de regresar al bed-breakfast.
 
Al atardecer hay una ceremonia de fuego y danza en el Dashashwamedh Ghat. Nosotros por mútuo acuerdo preferimos descansar en el tranquilo patio del bed-breadkfast. Ya hemos visto Varanasi y  tenemos suficiente. 
La verdad es que, lo único que hemos visto diferente al resto de las ciudades, es la ceremonia de las cremaciones. Por lo demás, no es tan diferente al resto de las ciudades que hemos visto de la India: caos elevado a la máxima potencia, montones de basura por todos los rincones y pobreza extrema. No es una ciudad que me haya gustado especialmente y, con rotundidad, no volvería.

ALOJAMIENTO

Nosotros nos alojamos en un bed-breakfast en el centro de Varanasi llamado Ganesha Palace. Lo escogimos por estar muy bien situado y por sus excelentes críticas. El parquing es simplemente la entrada de la casa. Suerte que la gente no va en coche a la India porque no me imagino tres coches metidos en el patio
 
La habitación muy normalita pero de ésto no me quejo. Las sábanas estaban llenas de manchas y esto es lo que no me gustó.  El aire acondicionado muy ruidoso y el wifi funcionaba a medio gas.

El baño grande, sin más.
 
Lo mejor de todo, el patio un remanso de tranquilidad y la gente que lleva la casa, muy simpáticos.

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