lunes, 31 de agosto de 2015

PAMUKALE, EL CASTILLO DE ALGODÓN

Pamukkale es un espacio natural situado en el sudoeste de Turquía y localizado en el valle del río Menderes, en la provincia de Denizli. Es de aquellos lugares que no debemos perdernos si visitamos este país, ya que sus blancas formaciones calcáreas, llamadas Castillo de Algodón, conforman un paisaje increíble.


El valle del río Menderes es una zona activa que, en el pasado, sufrió varios movimientos tectónicos provocando muchos terremotos y la aparición de numerosas fuentes de aguas termales con un alto contenido en minerales especialmente de bicarbonatos y calcio. Estos minerales, al precipitar, forman el bicarbonato de calcio, responsable de estas formaciones calcáreas en forma de cascada o de las pequeñas piscinas en forma de media luna. Los depósitos más recientes son los que presentan un blanco espectacular.

Estas blancas formaciones calcáreas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad junto con Hierápolis en 1988. Antes de ser declarados Patrimonio, toda la zona estuvo muy descuidada ya que, aprovechando este reclamo turístico, se construyeron muchos hoteles y se destruyó gran parte de la antigua Hierápolis. Con las aguas termales se llenaron las piscinas de los hoteles y los residuos quedaban esparcidos toda la zona. Los turistas atravesaban Pamukkale con los zapatos, se bañaban con jabón en las pequeñas pozas y bicicletas y motocicletas escalaban las laderas. Por suerte, después de ser incluida en la lista de Patrimonio, se ha llevado a cabo todo un proceso de recuperación, se destruyeron los hoteles y se ha protegido todo el lugar.
Actualmente no es posible bañarse en ellas ya que, por suerte, están protegidas y, aunque el flujo de agua es muy pequeño, el conjunto es de una gran belleza y parece que, poco a poco, va recobrando su antiguo esplendor.

lunes, 17 de agosto de 2015

ESSAOUIRA, LA PERLA DEL ATLÁNTICO

Essaouria es una ciudad marroquí preciosa, es de aquellas ciudades que te enganchan  al primer momento, de aquellas ciudades en que me gustaría pasar largas temporadas. Nosotros la descubrimos en una pequeña escapada que hicimos por la costa de Marruecos hasta Marrakech, pudiendo llegar hasta allí en vuelos de bajo coste.
Fenicios, griegos, cartagineses y romanos forman parte de su historia atraídos por el comercio de la púrpura, un pigmento que se extrae de los moluscos, muy abundantes en la región y que los romanos supieron explotar de forma magistral. El puerto y  el comercio que de ello se derivó fue muy importante para la ciudad, la cual también tenia industria derivada de la salazón del pescado. Por lo tanto rezuma aroma marinero por los cuatro costados.

En el siglo XV los portugueses se instalaron en ella, como en casi todo el litoral marroquí pero este dominio duró poco ya que los saadíes reconquistaron la ciudad, el comercio se traslado al puerto de Agadir y comenzó así, el declive de la actividad comercial de Essaouria.  En 1764, buscando un enclave comercial que fuese una alternativa a Agadir, un sultán de la dinastía alauita, reconstruyó la ciudad con  estructuras defensivas y se convirtió en un enclave importante y punto de encuentro entre los comerciantes europeos y las caravanas que provenían del del sahara.

Con el colonianismo,  Essaouria retomó su antiguo nombre "Mogador" y la proyección de otros puertos como Casablanca, Tanger o Agadir originó el declive de su importancia comercial quedando relegada tan solo a  la pesca. Actualmente vive del turismo, la artesanía y la pesca. Conocida como la ciudad del viento, atrae a multitud de surferos en busca de grandes olas. 

El puerto de Essaouira, bullicioso y animado, es un lugar imprescindible de visitar. Entramos en él a través de la Puerta de  Marina o Puerta Bab el Marsa.