martes, 18 de mayo de 2010

BRUSELAS, LOVAINA Y MALINAS 2009


Como cada año, celebramos nuestro aniversario en una ciudad diferente. Este año nos hemos decidido por Bruselas que, aunque es la tercera vez que visitamos la ciudad, siempre me he quedado con las ganas de comer un plato típico de allí, una olla de mejillones, plato característico de la ciudad así que, vamos a Bruselas a comer mejillones.

Os dejo algunos enlaces que me fueron muy bien para preparar el viaje:

VIERNES 27-3-2009

A las 3:45 suena el despertador. Acabamos de llenar la maleta, nos despedimos con tristeza de nuestra hija y nos dirigimos hacia el aeropuerto. Habíamos hecho el chek-in on line, asi que nos vamos directamente a la puerta de embarque.

Quedamos muy sorprendidos al pasar el control policial ya que nadie nos pide ni el pasaporte ni la tarjeta de embarque, cosa muy rara. Como siempre, desayunamos en el único bar que está abierto tan temprano y me zampo mi “ayudita” para sobrellevar el vuelo.A las 6:15 ya tengo apretado el cinturón. El avión de Brussels es un poco viejillo pero la distancia entre butacas es bastante amplia; el avión va medio vacio. Sobre las 7:00 atravesamos los Pirineos, sorprende mucho lo bien que se ven las montañas; nunca habiamos volado tan bajo, incluso se pueden distinguir las casas al pasar por las ciudades



Al cabo de un rato pasan las azafatas con el carrito. Brussels, como la mayoria de aerolíneas de bajo coste, el catering se tiene que pagar. Nosotros, como ya hemos desayunado, no nos apetece nada, más aún con lo temprano que es. Cierro los ojos y pienso en mi hija ¿habrá oido el despertador? ¿llegara a tiempo a clase?....

Después de dos horas de vuelo, llegamos a las 8:35 a Bruselas. Atravesamos todo el aeropuerto hasta llegar a la estación de trenes en el piso inferior. Como es muy temprano, tenemos la intención de visitar primero Lovaina y Malinas, llegando por la tarde a Bruselas.

Compramos el billete de tren hacia Lovaina en internet (4 € por persona), asi que, sin perder tiempo, nos vamos dirección Lovaina en un trayecto muy corto. En Bélgica aun existen vagones de primera y segunda clase; hay que tener cuidado en el vagón que uno entra, ya que la diferencia entre una clase y otra no es mucha y por error puedes meterte en el vagon equivocado.


A las 9:45 llegamos a Lovaina, una pequeña pero importante ciudad universitaria, situada a 28 km de Bruselas y cuyo centro se puede recorrer perfectamente a pie.
Lo más destacable de esta ciudad es la Plaza Mayor o Grotte Mark, en donde se encuentra el magnifico Ayuntamiento: una delicada obra arquitectónica cuyas paredes están ricamente decoradas.


En la Grotte Mark se encuentra tambien la iglesia de Sant Pedro. En su interior hay un bello pulpito de madera.
Callejeamos por el centro, se nota el ambiente estudiantil, aunque suponemos que la actividad y el ambiente es mucho mejor durante el buen tiempo, cuando los universitarios conversan tranquilamente en las terrazas mientras se toman una buena cerveza belga.


Vista Lovaina nos desplazamos, otra vez en tren, hacia Malinas. Lo primero que hacemos al llegar a la ciudad es buscar algun sitio para comer y reponer fuerzas para visitarla.La visita a esta ciudad se la debo a Popu que, en una foto a descubrir, me enganchó por completo. Realmente es una ciudad preciosa. La gran plaza constituye el centro de la ciudad y está rodeada de edificios góticos, renancentistas y barrocos. Las fotos van por ti, Isa (popu).


 
Malinas nos ha gustado mucho y, con una agradable sensación volvemos a la estación para coger el tren que nos llevará, por fin, a Bruselas. Sin darnos cuenta hemos entrado en un vagón de primera clase (realmente la diferencia entre primera y segunda no es mucha) y cuando pasa el revisor nos llama la atención. Le explicamos que no nos hemos dado cuenta y el hombre, con una sonrisita, nos marca los tikets y nos dice que podemos quedarnos en el mismo vagon. En unos 15 minutos llegamos a Bruselas y, directos, nos vamos al hotel Marriot.


El hotel en estas fechas tenia una buena oferta y ,sin pensarlo dos veces ya que estabamos de aniversario, nos decidimos a cogerla. El hotel está bien, pero me esperaba más para ser un Marriot. Las toallas, por lo menos las de nuestra habitación, eran muy pequeñas; la bañera, altísima (para pegarte un mamporro), y el minibar estaba totalmente vacio. Las vistas, eso si, fabulosas, delante del edificio de la Bolsa y el personal, muy amable. Dejamos las maletas y nos vamos a cenar al socorrido Mc Donald’s que está justo en los bajos del hotel. Una hamburguesa para el señor mandarino y unas patatitas para mi. Estamos cansados del larguísimo día y, después de la rápida cena, nos vamos directos a la cama. Mañana nos espera otro día de caminata....

SABADO 28-3-2009

Hemos dormido como dos tortolitos y, después de la ducha, nos vamos al restaurante para desayunar. El desayuno está bastante bien: bufet frio y caliente, bolleria buenísima, fruta, cereales....zumos y cafés.

Nos abrigamos bien y empezamos la ruta por la rue Nueve, una calle peatonal, atestada de gente que entra y sale de las innumerables tiendas. Nos llama mucho la atención la cantidad de personas pidiendo limosna; creo que es la ciudad donde hemos visto mayor cantidad de indigentes y todos obedecen a un mismo patrón: relativamente jóvenes y con un niño en los brazos durmiendo o con adolescentes recostados con una cara de lástima impresionante. Qué os voy a contar!! Hemos visto uno que era diferente: lleva tres perritos, a cual más mono, tapaditos con una manta y, por supuesto, “dormiditos”. Los hemos visto en otras calles y los perritos siempre estan adormilados, los pobres creo que llevan un chute de campeonato.
A través de la rue Royal llegamos a la tumba del soldado desconocido, en la que, curiosamente, no hay ningún soldado haciendo guardia
Hace mucho frio y en la Place du Congres nos empieza a llover. Me enfundo dentro de mi capucha y me enrollo la bufanda sin tener en cuenta la pinta que hago.

Llegamos a la Catedral de St. Michel un grandioso edificio gótico en cuyo interior hay notables vidrieras y un llamativo púlpito.

 



Continuamos hacia la galeria Albertine y la Place Royale, donde se encuentra el museo de Arte moderno. Como ya lo habíamos visto en anteriores visitas, continuamos hacia la iglesia de N.D. du Sablon, otra joya del gótico brabantino.

Entre iglesia e iglesia nos entra el hambre y paramos para comer un poco. Restablecida la glucemia, retomamos el camino hacia N D de la Chapelle, llegando al famosísimo Manneken Pis. La verdad, no se porque tiene tanta fama esta minúscula estatua de un niño haciendo pis; yo la encuentro bastante fea, pero para los bruselenses no debe ser así, ya que para ellos es el símbolo de la ciudad e incluso es costumbre regalarle bonitos vestidos que se pueden ver en el Museo Municipal.

Paseamos por la rue Étuve llena de gente que entra y sale de las innumerables tiendas repletas de infinidad de articulos para comprar, desde los típicos bombones hasta los magnéticos.

Más tarde volvemos a la rue Nueve, hemos visto una sudadera muy chula para mandarinita. Entramos en la tienda Media Mark más grande que hemos visto nunca y compramos tambien un Mp3 (mandarinita es especialista en cargarse mp3). Así que vemos uno de sencillito y muy bien de precio (para lo que le durará) y lo compramos.

Satisfechos, volvemos al hotel para tomar una ducha y prepararnos para ir a cenar los ansiados mejillones.

La calle por excelencia de los típicos restaurantes para turistas es perpendicular a las Galeries St-Hubert, la calle comercial cubierta más antigua de Europa.

Está repleto de restaurantes de pescado, pero es un agobio pasear por él en horas cercanas a la comida o la cena. Todos los camareros te asaltan para anunciarte su menú y su precio, de tal forma que es casi imposible ir donde uno quiere. Una buena opción es que, si quereis ir a comer a algun restaurante de esta calle, vayais primero a mirar cada uno de ellos por la mañana , de tal manera que cuando os llegue la hora de comer, sepais exactamente dónde ir.



Nosotros preguntamos en la recepción del hotel dónde nos aconsejan cenar y nos dicen por la zona de la Place Ste. Catherine. El lugar escogido ha sido el restaurante “La Barcamoule” y, como no, cenamos dos ollas de mejillones, una a la provenzal y la otra al vino. Ya me he quedado tranquila. Mejillones, mejillones!!!

Después de cenar, tranquilamente y despacito, nos vamos hacia la Grand Place. Esta plaza es el corazon de Bruselas y no hay palabras para describirla. Sencillamente, es impresionante y para mi es, quizás, la más bonita de Europa. Todos los edificios que la rodean, ayuntamiento, casas gremiales, Casa del Rey, Palacio de los Duques de Brabante..., son auténticas joyas arquitectónicas que hechizan a cualquiera; esta magia aumenta con los edificios iluminados.



Después de embriagarnos de tanta belleza, nos vamos hacia el hotel. Mañana es el último día y aún queremos ver varias cosas más, asi que, toca ir a dormir.

DOMINGO 29-3-2009

Queremos aprovechar el día antes de volver a casa y, después del desayuno, nos vamos hacia el barrio de les Marolles, el barrio más típico de Bruselas. Las pequeñas plazas se encuentran muy animadas, especialmente los domingos ya que se se instalan pequeños “rastrillos”, en los que puedes encontrar cualquier cosa.
Llegamos hasta la Porte de Hal, el único resto de la muralla erigida en el siglo XIV y que, en su interior, alberga el Museo del juguete.

Tenía muchas ganas de ver el museo Horta y hacia allí nos vamos. El baron Victor Horta fue el fundador y artista más importante del Art Nouveau (modernismo) en Bélgica. El museo queda bastante lejos de donde nos encontramos y es difícil de encontrar, pero para tozudos nosotros. Al final llegamos al museo y, con gran desilusión, vemos que se encuentra cerrado y no habren hasta las dos de la tarde. Como no podemos esperarnos, me limito a tomar alguna foto del edificio y optamos por marcharnos.
Caminamos por los barrios de Bruselas ...

...hasta llegar a los edificios de la CEE. Todo está muy tranquilo, prácticamente estamos solos.

Los edificios de la CEE quedan bastante lejos del centro de Bruselas así que optamos por coger el metro en la estación de Schuman (1,70€) hasta Santa Caterina. La iglesia se encuentra en una bonita plaza, dónde la noche anterior nos habiamos zampado los mejillones


En esta misma plaza hacemos el alto para comer en una pizzería.


Continuamos hacia la iglesia de St-Jean-Baptiste, uno de los edificios barrocos más bonitos de Bélgica.

Al llegar allí nos encontramos con que la iglesia está ocupada enteramente por inmigrantes que reclamaban sus papeles.



Vemos que el grave problema de estas gentes se hace extensivo a muchos paises y, mientras en silencio observamos como discurre la vida dentro de la iglesia, pensamos en lo comprometido que debe estar el sacerdote al ceder su iglesia para esta reivindicación. Después de colaborar en lo poco que podemos, nos vamos un poco tristes de la iglesia.

Empieza a ser un poco tarde y queremos aún hacer algunas fotos de la Grand Place antes de llegar al hotel y recoger las maletas.

Ya en el hotel recogemos las maletas y nos dirigimos hacia la estación central, no sin antes comprar lo más típico de Bruselas: los bombones.

Hay multitud de tiendas especializadas en el chocolate; hay que decir, pero, que no son baratas. Después de mirar y remirar optamos por los de la marca Leonidas y creo que hemos acertado ya que están buenísimos.

Mientras nos dirigimos hacia la estación, vamos picando de los deliciosos bombones y cogemos el tren que nos llevará en un momento hacia el aeropuerto. Volvemos la vista hacia atrás con nostalgia y decimos adiós a Bruselas.

Tenemos ganas de llegar a casa y ver a la niña, llegamos tarde y, una vez en casa, tenemos la grata sorpresa que nos ha preparado una cena deliciosa. Así da gusto volver.

Hasta otra ocasión!!